Un sol venidero
cubre la palma de mi mano, como manto que arrulla y quizá inaugura cantos de pájaros, que esparcen plumas aladas y atraen
nuevas voces, que apuntan directo al
corazón de Dios.
Claveles de amor
Pregunta:
¿Y qué pues podría decir de Jesús, si supuestamente, ya se ha dicho todo y a ti te vale un pito?
Pero aún en tiempos difíciles, te atreves a negarlo, sin embargo a
Jesús, que ya está invicto, junto
a su padre, nada, ni nadie puede
afectarlo, o dañarlo. Tu eres libre de
creer o no, pero tu negativa para
aceptarlo a Él, te daña es a ti, te destruye es a ti. Él, por supuesto,
quiere que todos seamos salvos, por eso,
dio la vida por ti, por mí, por
todos, para que por su sangre derramada,
mediante la cual, hemos sido redimidos; tengamos en su nombre, el poder para vencer toda oscuridad.
No obstante, seguimos en la ceguera espiritual y hasta hacemos afirmaciones absurdas,
como por ejemplo: De decir que Jesús
amaba a sus discípulos, en otro sentido. Los amaba si, como a sus hijos,
como a sus hermanos. Es cierto, Dios nos
amó más que a nada en este universo;
pero más amo a su padre,
que nos ama también grandemente; dado que dono a su hijo, a su unigénito, para salvarnos del mal eterno y Jesús,
nuestro señor, le obedeció
y no por una orden impuesta, sino por el llamado del amor; del amor incondicional, filial; su amor nunca fue sexuado y no porque, el sexo sea malo, sino porque Jesús, el cristo, no tenía esas pasiones mundanas.
Antes de venir a
este mundo, él ya sabía, ya conocía la verdad, y la verdad es el reino de los cielos, en donde habita nuestro padre celestial y
traía un mensaje, que aunque para muchos, parezca tonto, este mensaje,
no es ningún cuento de hadas:
Dios quiere que nosotros entendamos, que somos
princesas y príncipes de un reino celestial,
que es eterno, y no de este mundo.
Todos somos hijos de Dios y unidos, en una sola fraternidad, que va más allá de toda apariencia, de todo
orgullo, de toda vanidad.
Pero el oscuro sabe eso, y como
muere de envidia, porque quería reinar en vez de Dios, y no pudo, hace todo lo posible por
destruirnos.
Dios que reina
con justicia y equidad, y este que quiere reinar
con tiranía y maldad; tal como lo hacen algunos “poderosos” aquí en la tierra; este hace todo lo posible, por confundir tu mente.
¡Recuerda! ¡Tú eres hijo de Dios! Y eso vale más que mil palabras, guarda
esas frases en tu corazón, y medita
en ellas. Eres un hijo, una hija de Dios y fuiste hecho a imagen y semejanza del padre eteno: No lo olvides por favor. Mantente
firme en eso.
Beatriz Elena Morales Estrada ©.
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