¿Injusto?
Acaso ignoras; que entregó su vida por nosotros.
¿Quién? Él.
Tú ignoras que en el hijo, está el padre y en el padre está el hijo; y dado, que dices, que el padre es injusto, por enviar a su hijo a esa cruz. A un destino tan cruel, pregunto.
¿Acaso no sabes que en el
mundo existe demasiada oscuridad?
Mucha falta
de la celeste luz ¡Ha! Y por
cierto, esa luz, es el mismo Jesús.
Y es precisamente esa oscuridad del mundo; la que ha acarreado tanta injusticia, tanto
daño; pero Dios sabia; quien estaba y está detrás de esa oscuridad,
que ha llevado a la humanidad a un
declive y esto ha sido desde siempre.
Desde siempre, se ha atentado contra la vida y de diferentes maneras,
modos o formas, la injusticia y la iniquidad,
han reinado por doquier y si además de
todo, nosotros que somos criaturas
miserables, tenemos tantos enemigos que
nos odian, porque sí; sin motivo y sin
razón o aduciendo razones, llevadas de su falso parecer
¿Cuánto más Dios por ser Dios?
¿O qué pues diremos nosotros qué hemos
sido testigos de grandes prodigios y que por la fe permanecemos en él; que
Él es un mito o solo una simple fantasía?
Es así como
piensan aquellos letrados de la razón y del solo palpamiento de los sentidos; es decir,
de aquello que está delante de sus ojos y
de su nariz.
Mas nosotros, que hemos vivido cosas innombrables capturadas incluso, por medio de la razón, no debemos dudar ni un solo segundo; al
contrario.
Pero aunque no hubiéramos
vivido nada de esas cosas, por el solo
hecho de ver el prodigio de la vida,
de la creación y de
saber mirar que es lo que está detrás, o
mejor quien es el que está al fondo de
ese proceso evolutivo de la vida y de la especie como tal.
Pero además, si quisiéremos mirar dentro de nuestro pecho,
de nuestro corazón, sabríamos toda la
verdad de ese maravilloso ser, que es
Dios. También las distintas disciplinas de las ciencias; podrían, si quisieran,
dar testimonio de su existencia.
En verdad dice Él, que hay
muchos engañadores de todas las áreas del pensamiento y en todos los ámbitos sociales; más los
hay, que se dejan llevar y dudan; habiendo puesto Dios en sus corazones el conocimiento de su existencia y lo niegan.
Pero en ese conocimiento
interior, en donde se halla la presencia
del espíritu santo; del espíritu de
Dios, que ha dado vida a todo esto; es
precisamente, en donde se da el accionar
de cristo y el verdadero conocimiento, como también la fuerza, que mueve a la verdadera cristiandad , en un ascendente movimiento de encuentro, con el ser de cristo.
El verdadero cristiano ansia y
anhela esa unión, con el padre para adorarlo y adorarlo
en espíritu y en verdad. Es, en
el latir de nuestro corazón, en donde
hallaremos también, esa magnífica
presencia. Tesoro del alma.
Beatriz Elena Morales
Elena © Copyright
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