Mirando
Mirando un crucifijo detenidamente y viendo los brazos de
jesus, extendidos y teniendo en cuenta, la herida del costado izquierdo; su corazón, un abismo de
amor, sentimos que de una u otra manera,
la pureza del espíritu santo, surgió de ese pecho de cristo; lacerado por el dolor, pero también, por el infinito amor del padre y del hijo;
que se dio, hasta la última gota.
Su sangre es espíritu y ese espíritu, es
el que nos alberga. He ahí, la santidad
del padre y del cristo que dio a luz a ese mismo espíritu.
Ninguna imagen, puede suplantar a Dios, su abismal grandeza;
pero si nos lleva a pensar, a meditar en
el cristo… En su desgarradora pasión y muerte… Y resurrección, su invicta
presencia.
La paciencia
Porque en el sufrir con paciencia, los avatares de este mundo que es pasajero,
está la paciencia de los santos.
Y también recuerda, que no es con armas, como los hijos de
Dios, obtienen la victoria, es con la
espada de la palabra de Dios, como se obtiene el triunfo, en frente a los
enemigos espirituales. Y el mundo espiritual, sí que está lleno de estos.
Beme
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